Una Víctima de la Revolución

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Columna publicada en el Sol de Hidalgo, en la sección de Crónicas y Leyendas

Pachuca, como la mayoría de las poblaciones del Estado de Hidalgo, no registra en el periodo de mayor beligerancia de la Revolución Mexicana –el que corresponde a la llamada Revolución Constitucionalista– batallas o hechos militares de importancia, menos aún fue sede de planes o pronunciamientos –salvo los casos de los generales Nicolás Flores y Francisco de P. Mariel en la Huasteca– sin embargo si ocurrieron hechos a consecuencia de las ocupaciones militares efectuadas en diferentes poblaciones, como la ocurrida en Pachuca a finales del año 1914, narrada puntualmente por el periodista Tomas Domínguez Illanes. Brigidita, aquella diminuta mujer de cara muy blanca, pómulos chapeados y cabello grisáceo por el ya avanzado encanecimiento provocado por la edad, caminaba apresuradamente, sin soltar de su brazo la canasta del mandado, atiborrada de las verduras y paquetes que había comprado en el Mercado de la Fruta –hoy Miguel Hidalgo– sitio donde se enteró del asesinato de Cristóbal Domínguez, hijo de su mejor amiga. Al llegar al Topacio, aquella cantina de tanta tradición en el Pachuca de ayer, que dio nombre a uno de los más populosos barrios de la ciudad, (ubicado a espaldas de la actual escuela Justo Sierra), echó una mirada a la calle Galeana donde vivía Lucrecia Quiroz de Domínguez, su amiga de muchos años y madre del asesinado. No alcanzó a divisar ningún movimiento extraño en la casa de los Domínguez, debido a lo cual supuso, que los familiares de Cristóbal no habían sido enterados aún del deceso. Decidió entonces llegar primero a su casa, ubicada en el callejón del puente “Pípila”, para después acudir a la casa de la familia, se arrepintió de ello más tarde, pues cuando marchaba ya sobre la calle de Galeana, notó a un nutrido grupo de personas que se encontraba ya frente a la casa de Lucrecia. Y es que en el Pachuca de los años de la Revolución, la noticia o chisme de lo que sucedía en la ciudad, llegaba más rápido, que hoy las noticias de “El Sol de Hidalgo” Cristóbal el hijo mayor del matrimonio de Manuel Domínguez y Lucrecia Quiroz, era un verdadero tarambana, o como se dice hoy un “Ni ni”, ni trabajaba, ni estudiaba, ni tenía vergüenza alguna de robar a sus padres parte del poco dinero que con tantos esfuerzos ganaba su progenitor en la mina; aquel jovenzuelo siempre andaba metido en riñas y pendencias por aquí y por allá, debido a lo cual había visitado ya en varias ocasiones la cárcel dedicada a los arrestados, ubicada en la calle de Iturbide –hoy Venustiano Carranza– y también llevaba ya varios ingresos a “la grande” establecida en el ex-convento de San Francisco (prisión estatal hasta 1974), sitio donde entre otros delitos se le procesó por el robo a “La Violeta” conocida tienda de ropa ubicada en la Plazuela de la Cruz Verde –esquina poniente de las calles de Ocampo e Hidalgo– todo terminó cuando su pobre madre, se comprometió a pagar la reparación del daño, que ascendió a una buena cantidad, ya que Cristóbal derrochó el producto del robo, rematando gran parte del botín a comerciantes del Mercado Libertad. Pronto Brigidita se mezcló entre el grupo que había llegado a las puertas de la casa de los Quiroz Domínguez, allí pudo enterarse de dónde cómo y cuándo Cristóbal había sido victimado. En primer término se enteró que el día anterior habían llegado a Pachuca las fuerzas del general actopense Roberto Martínez y Martínez, que como era costumbre buscaron jóvenes para incrementar a través de la leva, el número de efectivos de sus fuerzas. Cristóbal, andaba ese día en una de sus acostumbradas francachelas, en esta ocasión iniciada y prolongada hasta el anochecer en el interior de la famosa pulquería “La Serpentina”, ubicada en la esquina de las calles de Doria y Guerrero, lugar donde por ahí de las 9 de la noche se hizo presente el piquete de soldados que venía en busca de reclutas para la leva, Cristóbal que había bebido bastante, fue de los escogidos por los militares, a lo que se rehusó y dada la condición de su estado etílico opuso resistencia y se hizo de palabras con el grupo de soldados, que tras soportar improperios e insultos diversos, terminaron victimándolo al disparar sus carabinas sobre el renuente Cristobal. Los militares, al darse cuenta de la magnitud de su acción, se dieron a la fuga sin que nadie conociera sus nombres ni pudieran identificarlos, en razón del estado de embriaguez en que se encontraban en el momento de los hechos, tanto parroquianos como el propio cantinero. Las pesquisas realizadas en los subsiguientes días no arrojarían nada sobre la identificación de los victimarios y pronto todo tuvo que olvidarse a fuerza del simple paso del tiempo. Aquella fecha, la policía llegó para levantar el cadáver por ahí de media noche, de modo que fue hasta la mañana siguiente cuando don Manuel y doña Lucrecia se enteraron del crimen perpetrado en la humanidad de su hijo Cristóbal. Fue así como la Revolución Constitucionalista, cobró una de sus primeras víctimas a pesar de no haberse efectuado aquí batalla o acción militar alguna. Cosas que suceden ¿No cree usted amable lector? menes_llaguno@hotmail.com Pachuca Tlahuelilpan noviembre 2014.