Del Bartolomé de Medina al cine Reforma

Del Bartolomé de Medina al cine Reforma

(Primera de dos partes)

El rápido incremento de la población pachuqueña en la segunda mitad del siglo 19 y la importancia derivada de haberle designado de manera tácita capital del estado de Hidalgo a principios de 1869, propició la apertura de un nuevo teatro de mayores proporciones que el de El Progreso; de allí que hacía 1874 con el apoyo de la familia Maquivar, se iniciara la construcción de una gran sala para espectáculos teatrales y musicales, cuya obra negra estaba muy adelantada para noviembre del año siguiente; sin embargo, la falta de fondos obligó a sus constructores a suspender la obra. Poco más de un lustro permaneció abandonada, hasta que en 1881 el gobierno de Simón Cravioto compró el terreno junto con la obra y continuó su edificación con diversas reformas concebidas por el ingeniero Ramón Almaraz, quien fue contratado para tal efecto. Nuevamente la obra fue suspendida en 1883 y reanudada en 1885, ahora bajo el cuidado del arquitecto italiano Cayetano Tangassi, autor de la fachada de cantera realizada dentro de un estilo clasicista, quien a su vez encargó la decoración de los interiores al escenográfo mexicano Jesús Herrera y Gutiérrez.

Finalmente, el domingo 15 de enero de 1887, después de haber escogido como nombre Bartolomé de Medina para la nueva sala, fue inaugurada por el gobernador Francisco Cravioto, con una función de gala a cargo de la Compañía de zarzuela “Cid de León”. A partir de entonces, esta magnífica sala se convirtió en la sede de los más importantes espectáculos presentados en Pachuca. Por su escenario desfilaron artistas como Ángela Peralta, Esperanza Iris y desde luego las más afamadas compañías de teatro, ópera y zarzuela, sin olvidar las veladas literarias y musicales, así como diversos actos oficiales, tales como informes de gobierno, fiestas cívicas y recepciones de afamados hombres de la política, entre los que figuran los presidentes Porfirio Díaz, Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles, Álvaro Obregón, Lázaro Cárdenas, entre otros.

En los anales de la historia del teatro Bartolomé de Medina, figura cuatro meses después de su inauguración la asistencia del presidente Porfirio Díaz a una función de gala el 5 de mayo de 1887. Ese mismo día por la tarde-noche, había puesto en marcha el nuevo alumbrado público en Pachuca mediante el sistema eléctrico incandescente de pila voltaica.

También es importante destacar, que durante la gira que el ya Presidente de la República, señor Francisco I. Madero, realizó el 28 de junio de 1912, fecha en la que apareció en el balcón central del teatro (donde se encontraba la sede del Congreso del Estado) para saludar a los pachuqueños allí congregados y fue en esa misma sala donde sirvió la comida al Mártir de la Democracia. Años después harían lo mismo los presidentes Obregón y Calles.

Hace unos años un habitante de aquellos ayeres, don Juan Álvarez “Juanito”, mejor conocido por su alias de El Marimbas, recordaba cómo era aquel lugar en una de nuestras charlas de café: “…las tres puertas de la fachada principal ubicada por el lado de las calles de Matamoros –señalaba “Juanito” con su ya apagada voz– daban paso a un lobby de regulares proporciones donde se ubicaba la taquilla y dos grandes puertas que permitían el acceso al vestíbulo, donde los espectadores se dividían, para ingresar a los diferentes niveles, los que acudían al lunetario o palcos primeros, lo hacían directamente por un vano de gran tamaño cubierto con una pesada cortina afelpada, en tanto que quienes se dirigían a palcos segundos, terceros o galería, abordaban una escalera semicircular que conducía a los diferentes niveles, donde una serie de puertas de madera permitían el acceso al sitio elegido.

El lunetario –recordaba “Juanito”, mientras lanzaba una bocanada de humo– daba cabida a un buen número de sillas de bejuco que al ser retiradas dejaban libre un amplio espacio, ocupado en muchas ocasiones como sala de baile o como comedor de grandes fiestas. Toda la decoración de sus interiores, era de corte francés, realizado a base de madera y pilares de acero finamente acabados.

El foro –continúa “Juanito” mientras da un sorbo a su café– era de gran tamaño, al frente se encontraba un espacio hundido para la orquesta, delante del cual se encontraba el escenario, en el que sobresalía en unos cuarenta centímetros la concha para el apuntador. La profundidad del foro permitía la caída de ocho telones, que facilitaba la presentación de varios cuadros.

Finalmente –recordaba el famoso “Marimbas”, apoyando la barbilla en su bastón, uno de los muchos que coleccionaba–, en el segundo piso se encontraba la Sala de Sesiones del Congreso, instalada sobre el vestíbulo, que ocupaba todo el frente de la fachada. Pesados cortinajes engalanaban los siete ventanales que permitían el acceso de la luz al lugar, aquel espacio estaba adornado con cuadros de los seis primeros gobernadores del estado, de los presidentes Benito Juárez, Miguel Lerdo, Porfirio Díaz y don Miguel Hidalgo, este último de gran tamaño, colocado sobre la tribuna principal. Las curules estaban situadas en las primeras filas, detrás de las que se encontraba una reducida butaquería para los ocasionales asistentes a las sesiones.

En este sitio permaneció el Congreso del Estado desde finales del siglo diecinueve hasta 1943, cuando fue arteramente demolido el teatro Bartolomé de Medina, sitio en el que se escribieron los más importantes episodios de la historia del arte y la política del estado de Hidalgo.

Pie de foto: Teatro Bartolomé de Medina en el año de 1910, edificio en el que se celebraron importantes acontecimientos de la vida política y artística de nuestro Estado.

www.cronistadehidalgo.com.mx Pachuca Tlahuelilpan, abril 2015.

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