Un día con Fidel Velázquez
Para los integrantes de mi generación y para otras muchas del siglo 20, el nombre de Fidel Velázquez Sánchez, fue motivo de profundas discusiones, unos lo calificaron como un buen líder obrero defensor de las clases proletarias del México postrevolucionario, otros lo tendrán como el eterno político que se refugió en la Central Obrera del PRI, la CTM, desde donde manipuló la política laboral de México. Lo cierto es que Fidel Velázquez siempre estuvo en el ojo del huracán y no había en este país, mexicano que no lo conociera.
Nacido en Nicolás Romero, estado de México, el 24 de abril de 1900 y fallecido en el Distrito Federal, el 21 de junio de 1997, don Fidel Velázquez, inició su experiencia en el terreno obrero desde su infancia, cuando en un primer momento de su vida trabajó en el campo y después como carpintero en la Hacienda del Rosario, donde al intentar agrupar a sus compañeros para formar un sindicato y defenderse de la explotación de la que eran objeto, fue despedido, no obstante logró crear el sindicato de la Hacienda del Rosario y después ya dentro de la Confederación Regional Obrera (CROM), la Unión Sindical de Trabajadores de la Industria Lechera, que dirigió varios años.
En 1936, Vicente Lombardo Toledano, en unión de Alfonso Sánchez Madariaga, Jesús Yuren Aguilar, Fernando Amilpa y Luis Quintero Gutiérrez –los llamados cinco lobitos–– funda la Confederación de Trabajadores de México CTM, que dirigiera en principio el propio Vicente Lombardo Toledano (1936-1941), enseguida Fidel Velázquez (1941-1947), sustituido eventualmente por Fernando Amilpa (1947-1950), para luego ser dirigida hasta su muerte en 1997 por don Fidel Velázquez (1950-1997).
Muchas leyendas se construyeron en rededor de su personalidad, derivadas por ejemplo de su papel preponderante en el entonces llamado “destape” del candidato a la Presidencia de la República, anunciado por don Fidel en cinco o seis ocasiones, con lo que se ponía de manifiesto su autoridad como líder obrero; sus desencuentros con la prensa y sus frases lapidarias, como aquella que señalaba: “El primero que se mueve, no sale en la fotografía”, que aludía a que quienes se adelantaban en la carrera presidencial, pierden la oportunidad. Finalmente lo que más llamó la atención, fue su fuerte personalidad, jamás perdida aun a sus más de 90 años de edad.
En mi archivo de entrevistas encuentro el casete –pequeño cartucho de cintas magnetofónicas– en el que consta la entrevista que formulé al líder obrero, el lunes 2 de marzo de 1992, día que por cierto el nonagenario dirigente dedicaba a la prensa que se acumulaba en su despacho de Vallarta 8, muy cerca de la plaza de la República en la Ciudad de México.
Yo trabajaba entonces, la biografía de don Javier Rojo Gómez, político que fue apoyado por Fidel Velázquez para alcanzar la Presidencia de la República, que finalmente correspondió al licenciado Miguel Alemán Valdés. La entrevista fue pactada por el entonces gobernador Adolfo Lugo Verduzco, que compartió con el Secretario de la CTM, de 1982 a 1987 cuando fue Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI.
Poco después de las 11 de la mañana, llegué al despacho de Vallarta, donde fui recibido de inmediato en un gran salón de juntas, minutos después apareció don Fidel, lleno de vida y buen humor por cierto, la entrevista transcurrió en medio de chanzas y frases jocosas, recordó los días previos al destape presidencial en 1945, cuando un buen número de dirigentes obreros manifestaron su apoyo irrestricto al entonces Gobernador del Distrito Federal, Javier Rojo Gómez.
Con privilegiada memoria, recordó a la perfección la noche que en casa de La Bandida, doña Graciela Olmos o Marina Aedo, sitio en el que se reunían los más encumbrados políticos a beber y cantar y otras muchas cosas más. Ese día, recordó don Fidel, le solicitamos a La Bandida, compusiera un corrido dedicado a la candidatura de don Javier Rojo Gómez, que luego hubo de cambiar en favor de Miguel Alemán.
Después de abordar diversos momentos en los que convivió con el político hidalguense, conversamos sobre el tema de la minería en Hidalgo, como cuna del sindicalismo y en particular los esfuerzos de los mineros de Real del Monte y Pachuca, para crear el Sindicato Nacional de Mineros y Metalurgistas de la República Mexicana, fundado el 27 de abril de 1934, en la Ciudad de Pachuca durante una gran asamblea a la que asistieron cerca de 30 organizaciones obreras de diversos centros mineros.
Había un líder en Pachuca, no recuerdo su nombre –comentaba don Fidel– que por poco y echa a perder la asamblea constitutiva porque quería dirigir la nueva organización, en contra de lo que pensaban los mineros norteños que ya eran muchos y apuntaba a constituirse como la región minera más importante del país.
Recordó también haber estado en Pachuca varias ocasiones en actos de política obrera y la toma de posesión de media docena de gobernadores, es una ciudad muy bella, construida al fondo de una cañada, la primera vez que la visité fue por ahí de 1931, a efecto de platicar con un señor Arista que era el líder de los lecheros de la región, fuimos a comer en un pueblito que está debajo de Real del Monte –Omitlán, tercié– creo que sí agregó Velázquez Sánchez, comimos un pan muy sabroso y probamos un queso que hacían en la región.
Hablamos también del líder estatal de la CTM, Daniel Campuzano Barajas, de su bonhomía y capacidad para formular albures y calambures, pero de ese gran personaje de la política obrera hidalguense, hablaremos en otra entrega.
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Pachuca Tlahuelilpan octubre de 2015.