Teodomiro Manzano en la Inundación de 1949
Nació el Profesor Teodomiro Manzano el 16 de mayo de 1866, en consecuencia el 24 de junio de 1949, contaba ya con 83 años de edad. Fecha en la que era ya una celebridad en el estado, pues había publicado más de una treintena de libros sobre temas diversos, entre ellos sus famosos Anales del Estado, una historia de la entidad arreglada cronológicamente por años –de allí su nombre– así como diversas monografías estatales y municipales, entre las que se encontraba la de Pachuca realizada en 1933.
Dirigía el maestro en aquel año –de 1949– su escuela, la particular “Benito Juárez” ubicada en las calles de Matamoros, donde hoy se encuentran actualmente las oficinas de Teléfonos de México, era como lo aseguran los habitantes de aquel Pachuca, uno de los mejores planteles de la ciudad, inclusive del estado, pues a él llegaban alumnos del interior de la entidad.
Hace unos meses, encontré en el mercado de la Lagunilla, un verdadero tesoro, pues se trató del libro “Anales del Estado de Hidalgo, Segunda Parte”, publicado en 1927 por el gobierno del estado, el que está dedicado al Profesor Felipe de Jesús Núñez García, con fecha 7 de septiembre de 1939, Manzano califica en la dedicatoria a Núñez García, como un viejo amigo de su familia materna y le manifiesta su afecto de siempre. Aunque lo interesante es que dentro del libro, por cierto bien conservado a pesar de tener una antigüedad de 89 años, encontré una carta que el profesor Manzano dirigió al profesor Núñez García, fechada el 15 de agosto de 1950.
La misiva, escrita en una máquina mecánica con tinta azul, en papel de color hueso ya amarillento por el paso del tiempo, contiene diversas noticias, entre ellas, el maestro Manzano alude a una magna obra que había empezado a realizar en 1943, a la que había puesto por título “Diccionario ilustrado, etimológico, histórico, político, biográfico y estadístico del Estado de Hidalgo” en la que intentaba abordar junto con la etimología de cada municipio, su historia particular y la biografía de sus más reconocidos héroes, artistas, hombres de ciencia y otros temas relevantes.
Tras describir aquella obra y el trabajo titánico que había emprendido desde muchos años antes –quince al menos a su decir– el historiador hidalguense se queja amargamente en los siguientes términos:
“Se habrá usted enterado amigo mío, que hace poco más de un año, una terrible tromba asoló a Pachuca, inundando en unos segundos diversas calles del centro de la ciudad, una de ellas la de Mariano Matamoros, donde como usted sabe, tengo yo desde hace muchos años, mi escuela primaria, en cuya oficina de la dirección guardo libros importantes y el archivo de algunos de mis trabajos, entre ellos el del Diccionario que intento escribir y del que llevaba considerable adelanto, cuyas páginas ya maquinadas, fueron arrastradas por la corriente y quedaron totalmente inutilizadas para mi desconsuelo, pues siento que por mi edad y los achaques a ella inherentes, me será imposible reponer”
Y más adelante agrega:
“Para fortuna de mi familia, mi casa construida como usted recordará detrás de la escuela Altamirano, no sufrió desperfecto alguno, como si sucedió en la de nuestro mutuo amigo el señor profesor José Ibarra Olivares….”
La carta es un portento de información sobre el siniestro del que se cumplieron 67 años el viernes pasado –curiosamente el 24 de junio de 1949, fue también viernes–. Por una parte nos permite saber que también la calle de Matamoros, sufrió los efectos de aquel suceso meteorológico, que asoló la capital del estado de Hidalgo, provocando destrucción y muerte a su paso, la tarde de ese día, lo que propició que todo el país y el mundo volteara los ojos a este rincón minero.
El propio Manzano confiesa haber sido uno de los muchos damnificados por aquel inusual fenómeno meteorológico, al señalar haber perdido gran parte del archivo de su Diccionario hidalguense, iniciado en 1943 con la aparición de un folleto de 30 hojas tamaño carta mimeografiadas, que correspondió a la primera letra del alfabeto. Con seguridad la pérdida de los materiales a que hace referencia en su carta debió ser devastadora para el historiador hidalguense, que ya no pudo ver terminada aquella ciclópea tarea, pues dejó de existir el 29 de octubre de 1954.
Una fotografía del plantel nos permite observar que el edificio contaba con dos pisos, en la planta baja, recordaba una de sus alumnas, doña Stennie Vivar, se encontraban la dirección, una oficina administrativa y los salones de primero y segundo grado, en tanto que los cuatro ciclos restantes se ubicaba en la planta superior, a la que se tenía acceso mediante una escalera que partía del centro del patio de “recreo”.
De modo que las aguas que en aquel sitio de la calle de Matamoros, tuvieron una avenida de poco más de 80 centímetros, penetraron en la oficina de la dirección a través del patio y probablemente por las ventanas que daban a la calle y arrastraron papeles y enseres hasta dejar a los primeros en condiciones deplorables e inutilizables.
Por otro lado, señala que su casa particular en la calle de Allende, situada a espaldas de la escuela Altamirano –anexa a la Normal Benito Juárez– que se ubicaba donde hoy está el Jardín de Los Niños Héroes, no sufrió en lo absoluto para fortuna de su familia.
Colofón de aquel suceso, fue la aparición tres días después, el lunes 27 de junio de 1949, del primer número de esta publicación periodística que el día de mañana cumplirá 68 años de existencia, por lo que es ya considerada como una de las más longevas en la historia del periodismo mexicano.
Sean pues estas líneas una sincera felicitación a todo el cuerpo de reporteros, fotógrafos, colaboradores especiales, personal de redacción y técnicos, personal de talleres de impresión, secretarias, voceadores y desde luego al personal directivo, que hace posible que todos los días los hidalguenses vivamos informados.
Un recuerdo de sincera gratitud a don Fausto Marín Tamayo, con quien inicié estas mal pergeñadas colaboraciones y a don Carlos Sevilla Solórzano, su actual director, quien ha sido impulsor de esta modesta tarea periodística.
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Pachuca Tlahuelilpan, Junio de 2016.