Pedro María Anaya, a 168 de la Batalla de Churubusco.
Sin duda alguna, el general Pedro Bernardino María Anaya Álvarez, es en nuestra historia regional, uno de los personajes de mayor importancia, en primer término, por ser la única persona nacida en las hoy tierras hidalguenses que ha llegado a ocupar la primera magistratura de la nación –Presidencia de la República– y segundo por haber protagonizado uno de los hechos heroicos de mayor relevancia en la historia nacional, durante la intervención norteamericana de 1847.
Hijo del matrimonio de súbditos españoles integrado por don Pedro José Anaya y Maldonado y María Antonia de Álvarez, nació el 20 de mayo de 1795, en el entonces próspero poblado de San Mateo Huichapan, sitio en el que realizó sus primeros estudios. Su carrera militar se inició apenas cumplidos los 16 años, al darse de alta en el ejército realista, como cadete del regimiento de Tres Villas, precisamente un año después de la insurrección del Padre Hidalgo; diez años más tarde, ya con el grado de capitán, quedó integrado al ejército libertador de Iturbide en junio de 1821, con quien se mantuvo hasta la consumación de la Independencia el 27 de septiembre de ese mismo año. En 1822 marchó con el general Vicente Filosola a Guatemala a fin de supervisar el plebiscito en el que se resolvió la desintegración de México de toda la región de Centroamérica.
Durante los periodos presidenciales de Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero, fue designado para diversas comisiones militares, debido a lo cual alcanzó el grado de general el 16 de junio de 1833, posteriormente se le designó Secretario de Guerra, aunque un año antes lo había desempeñado ya con carácter provisional. Años más tarde se convirtió en Diputado y logró presidir las sesiones del Congreso Federal, precisamente durante la discusión de la Independencia de Texas entre 1835 y 1836, preámbulo de la desincorporación de la mitad del entonces territorio de la República Mexicana.
El 2 de abril de 1847, el Congreso de la Unión lo designó Presidente Interino de la República, para suplir la ausencia del general Antonio López de Santa Anna, que había marchado para enfrentar al ejército Norteamericano en el norte del país, cargo en el que permaneció hasta el 30 de mayo de ese mismo año.
Reincorporado Santa Anna en la presidencia de la República y ante la inminente llegada de los norteamericanos a la capital del país, se formuló un plan estratégico a fin de detener la llegada de los ejércitos enemigos. Correspondió a los generales Manuel Rincón y Pedro María Anaya apostarse en el puente y convento de Churubusco, al frente de unos 1,300 hombres pertenecientes a los batallones de Voluntarios y Bravos de la Independencia así como el heroico Batallón de San Patricio, integrado por soldados desertores del ejército estadounidense, en su gran mayoría católicos de origen irlandés, aunque había de otras nacionalidades que se agregaron con gran entusiasmo a las fuerzas mexicanas. El enfrentamiento se suscitó el 20 de agosto de 1847.
Un Cronista de la época, don José María Roa Bárcenas, narra vehementemente, aquel episodio: “(…..) los atacantes fueron rechazados en varias ocasiones pero la superioridad numérica se fue imponiendo, no obstante que los defensores mexicanos, bien dirigidos por Anaya y Rincón no se dieron por vencidos nunca a pesar de que se les agotaron las municiones y de que las existentes resultaran inservibles, por ser del calibre distinto al de las armas enviadas”. Finalmente una bomba provocó una explosión en la reserva de pólvora de los mexicanos, dejándolos sin la posibilidad de continuar con la defensa, fue entonces cuando el general David E. Twiggs entró al convento y pidió a los soldados mexicanos que entregaran sus municiones, a lo que Anaya respondió con la célebre y desafiante respuesta: "Si hubiera parque, no estaría usted aquí", después de lo cual fue encarcelado.
Concluida la intervención norteamericana, fue liberado y nuevamente el Congreso le elige como Presidente Interino de la República, del 8 de noviembre de 1847 al 8 de enero de 1848, cargo al que renunció porque el gobierno de Estados Unidos le pedía parte del territorio nacional y él no estaba dispuesto a dárselo.
Es importante señalar que al rendir en esta ocasión la protesta de ley como Presidente de la República, lo hizo llevando en el pecho una franja con la Bandera Nacional, la que juró defender hasta la muerte, costumbre que desde entonces han seguido los Presidentes de la Nación, en los momentos más importantes de su mandato.
Durante la Presidencia de Mariano Arista (1851-1853), volvió a ocupar el Ministerio de Guerra y después fue nombrado Director de Correos, cargo que desempeñó hasta que la muerte lo sorprendió a las 9:30 de la mañana en su domicilio situado en la Villa de Azcapotzalco, el 21 de marzo de 1854, víctima de una pulmonía fulminante.
Año tras año, el Congreso del Estado publica en esta fecha la convocatoria para elegir al hidalguense más destacado por su labor en favor del estado de Hidalgo, a quien en sesión solemne, celebrada antes de que concluya el segundo periodo de sesiones del año, se le entrega tal galardón: “La Medalla Pedro María Anaya”. Este año se cumplieron 168 años de la batalla de Churubusco, fecha en la que los hidalguenses recordamos la hazaña de este preclaro militar, nacido orgullosamente en nuestra tierra de trabajo, que también es, tierra de historia.
Pie de foto: 20 de Agosto de 1847 Batalla de Churubusco de Carlos Nebel.
www.cronistadehidalgo.com.mx Pachuca Tlahuelilpan, agosto 2015.