La Hacienda de Purísima en Pachuca.
Hace 461 años, una mañana lluviosa de los primeros días del mes de julio de 1554, llegó a las entonces recién descubiertas minas de Pachuca, Bartolomé de Medina, un antiguo comerciante sevillano que entusiasmado por las regalías que ofrecía la Corona Española a quien encontrara un sistema de beneficiar la plata, menos costoso y tardado que el entonces existente, decidió cambiar de actividad y dedicarse a la metalurgia.
En efecto, al descubrirse la enorme riqueza de las minas americanas, la gran cantidad de mineral extraído, poco influía en la desgastada y endeudada economía de la corona española, empeñada en sostener la lucha de la iglesia Católica en contra de la Reforma Luterana. Meses duraba el proceso para separar a la plata de otros metales que le acompañaban en la veta, operación que se hacía mediante la fundición de las rocas minerales, a fin de permitir la lixiviación de cada uno de acuerdo con sus propiedades de calor, acción que se conocía con el nombre de beneficio, es decir el proceso para lograr su pureza como metal.
Medina tras perder prácticamente todo su patrimonio en una sociedad de seguros marítimos decidió abandonar el comercio y en compañía de un metalurgista Alemán al que él mismo llamó “Maestro Lorenzo”, se dedicó por entero a ensayar la separación de la plata de los metales con que naturalmente se encontraba mezclada al ser extraída de los fundos mineros. Los resultados ensayados en Sevilla realizados siempre en pequeñas cantidades habían sido halagüeños, sin embargo era necesario aplicarlo de manera industrial y ni Sevilla ni las poblaciones vecinas producían el caudal que ya se extraía en la Nueva España.
En este contexto Medina y el “Maestro Lorenzo”, decidieron trasladarse a la Nueva España, donde las noticias de nuevos descubrimientos mineros se producían con vertiginosidad asombrosa, ambos solicitaron permiso y separaron pasaje para embarcarse rumbo a Veracruz, sin embargo la Casa de Contratación de Sevilla, negó el permiso al Maestro Lorenzo, por ser este de origen Alemán y tener presumible sospecha de que era practicante del protestantismo Luterano que entonces se iniciaba en Europa y al que España se oponía en apoyo comprometido con el Papa.
De acuerdo con el dicho de varias personas que atestiguarían años después en el procedimiento que Medina inició para solicitar ampliación a las regalías de su invento, éste se embarcó en octubre de 1553, dejando en Sevilla al “Maestro Lorenzo”. Al llegar a Veracruz después de 62 azarosos días de travesía, fue recibido por su paisano Andrés Gutiérrez, con quien se trasladó a la Ciudad de México, lugar donde entabló gran amistad con Hernando de Rivadeneira, en cuya casa vivió mientras buscaba el lugar donde habría de ensayar su sistema de beneficio.
En enero de 1554, Hernando presentó a Medina con su Hermano Gaspar, rico minero de las recién descubiertas minas de Pachuca –los primeros registros ocurrieron entre finales de 1551 y principios de 1552– cuya riqueza “corría de Levante a Poniente, en una feraz serranía ubicada muy cerca de la ciudad de México” al decir de las crónicas de la época.
Para mediados de agosto del propio 1554, después de haber negociado la venta de un solar cercano a las principales minas que se trabajaban ya en Pachuca, Medina se trasladó al sitio adquirido en compañía de Juan de Plasencia, minero de Taxco. La finca que compró Medina se encontraba en las faldas del cerro de Magdalena, muy cerca de los terrenos de la mina “Descubridora Vieja” a un lado del Río Pachuca (hoy de las Avenidas) que por entonces era bastante caudaloso merced a que recogía todas las corrientes que bajaban de la Sierra Alta sin represa ninguna, lo que resultaba adecuado para los trabajos de beneficio, que aprovechaban la fuerza pluvial para mover los mazos que trituraban el mineral.
Bartolomé estaba tan seguro del éxito de su empresa, que no ahorró esfuerzo alguno para construir en ese lugar bardas y habitaciones de carácter permanente, de modo que en poco tiempo se alzó en aquella estancia lo que sería la Hacienda de la Purísima Concepción, asiento de la casa, oficinas y patios de beneficio de su propietario y en ese lugar, en diciembre de 1554 –fecha que se desprende de nueva documentación– después de varios intentos, Medina descubriría con éxito la aplicación del Sistema que denominó de “Patio” y la posteridad bautizaría con el nombre de “Amalgamación” que mediante la utilización de mercurio o azogue y otros ingredientes químicos aplicados en tiempos y volúmenes bien estudiados, logró la reducción del proceso a tan solo un tercio de lo invertido en el sistema de fundición utilizado hasta entonces.
El método descubierto por Medina, permitió también el beneficio de minerales de baja ley, es decir de piedras de “mena” de pobre contenido en metales preciosos, fundamentalmente de plata, lo que elevó considerablemente la producción argentífera de todas las minas existentes en los territorios de España en América.
Aplicado por más de 300 años, el sistema que Bartolomé de Medina practicó con éxito por primera vez en la Hacienda de La Purísima Concepción de Pachuca, propició una verdadera revolución en la metalurgia a grado tal, que la elevación de la producción de plata beneficiada invadió pronto los mercados europeos, generando la llamada Revolución de Precios del siglo 17, primera crisis económica mundial documentada, que ha sido ampliamente estudiada por historiadores como Carlo Cipola y Piere Vilar.
Curiosamente a 461 años de que Bartolomé de Medina iniciara la Construcción de la Hacienda de Purísima Concepción en Pachuca, hoy sus instalaciones, son ya propiedad de la Universidad Autónoma de Hidalgo, mi “Alma Mater”, quien le ha dado ya un destino digno a este, que debe ser considerado como el mejor monumento para recordar al hombre que con su descubrimiento logró que el nombre de Pachuca figure en la lista universal de la ciudades del mundo.
Pie de foto: Hacienda de Purísima Concepción en un grabado de 1902, sitio donde Bartolomé de Medina descubre el Sistema de Patio.
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