La calle de Ocampo en los 60´s.
Al hurgar en mi archivo fotográfico, me encuentro con una placa que según leo en la razón que la clasifica, fue tomada con una antigua cámara ZeissIkon, el 27 de marzo de 1965, en la que se capta la segunda calle de Ocampo, sitio en el que se encontraba la casa que habitaba en compañía de mi madre en esos años y me parece que fue hace muy poco cuando logré esa imagen, que en unos días cumplirá nada menos que cincuenta años, lo que me permite hacer algunas remembranzas de aquella época.
Era la calle de Ocampo a esta altura, uno de los sitios de mayor movimiento comercial en el Pachuca de esa época, a pesar de ello, la placa muestra una sorprendente tranquilidad, apenas interrumpida por un viejo camión de redilas que dobla en la esquina, para seguir por la calle de Hidalgo y en el extremo izquierdo frente a la sombrerería “Tardán”, uno de los típicos “carritos” de paletas de “La Regia”, famosa precisamente por estos vehículos, que lo mismo se estacionaban en las afueras de las principales escuelas de la ciudad, que en esquinas de gran movimiento de transeúntes, como ésta. Eran esos carritos, un auténtico refrigerador móvil, dotado de tres llantas, dos a la mitad y una más pequeña al frente, el vendedor empujaba aquellos vehículos mediante un manubrio, que le permitía propulsarlos y dirigirlos. En la parte superior, una tapa tenía acceso al interior del refrigerador, donde se resguardaba un buen número de paletas –de cien a ciento cincuenta- que se conservaban heladas y con la dureza necesaria para mantenerse adheridas al palito de madera, que bien servía para manipularse mientras se les saboreaba.
El gusto de aquellos manjares helados muy apreciados por los infantes pachuqueños, nos llegó seguramente de Michoacán, pero pronto tomaron carta de naturalización y fueron característicos de esta ciudad; las había de “agua” con sabores de limón, naranja, melón entre otros y también las había de “leche” entre las que recuerdo de vainilla, chocolate, fresa y plátano. Los costos eran de 20 centavos para las de “agua” y 40 para las de “leche”, otras mas, tenían un costo de 60 centavos e incluían una lonja de ate de fresa o guayaba.
Es seguro que el comerciante de paletas, captado en esta placa, llegó a esta esquina procedente de alguna de las escuelas del centro de la ciudad, la Justo Sierra, la Villagrán, el Anglo-Español o alguna otra, e intentaba vender en razón de la hora, los últimos productos que le quedaban en su refrigerador.
Puede notarse en la fotografía al fondo, la fachada de la tienda de abarrotes “El Lazo Mercantil” que tal vez sea el comercio más antiguo de la ciudad, abierto durante los primeros años del recién cerrado siglo 20. Toda la acera del ala derecha como puede observarse, daba alojamiento a comercios de toda suerte: zapaterías, tiendas de ropa, una afamada licorería, una ferretería y la fotografía “Rex” sitio en el que se lograban fotografías rápidas, entregadas en ovalitos blanco y negro sin retoque, en un lapso de dos horas.
En la banqueta de esa misma acera, se puede apreciar un puesto semifijo en el que se expendían nueces cosechadas seguramente en la Vega de Metztitlán, ingredientes sustantivos de las muy sabrosas palanquetas, características de esta región del estado de Hidalgo.
La apacibilidad de la placa, mucho contrastaría con el ajetreo que hoy provoca el transporte urbano que tiene en este cuadro de la ciudad, la terminal de muchas corridas. Otro motivo de diferencia con aquella época, es sin lugar a dudas el cuidado y mantenimiento de fachadas y construcciones, terriblemente abandonadas a su suerte, en razón de que solo prestan servicio comercial, mientras que las viviendas de innumerables familias en el ayer, actualmente son utilizadas como bodegas.
Desde luego hay que tomar en cuenta que la fotografía por la sombra que refleja, tanto el camión de redilas como el propio carrito de paletas y su vendedor, permite deducir que fue tomada alrededor de las dos y media de la tarde, periodo de la vida cotidiana de aquella ciudad, dedicado a degustar la comida más fuerte y abundante del día, motivo por lo cual, gran parte de los comercios y muchas oficinas cerraban por espacio de dos o dos horas y media para cumplir con esta condición. Inclusive algunas escuelas mantenían un horario mixto de cuatro horas por la mañana, de ocho a doce del día y dos por la tarde, de las quince a las diecisiete horas.
Eran los años en que los 66,000 habitantes de la ciudad hacían su vida alrededor del primer cuadro de la misma, sitio donde se encontraban los principales mercados, el Primero de Mayo y el Juárez, años en que el Poder Ejecutivo Estatal se alojaba en la Casa Rule, a una cuadra del sitio captado en la fotografía, y la Presidencia Municipal tenía su domicilio frente al edificio de las Cajas, en tanto que la Universidad cumplía sus funciones educativas en el edificio de las calles de Abasolo; restaurantes, cafés, bancos y otros muchos servicios tenían asiento en las calles aledañas a las que hoy ilustran esta entrega.
Finalmente, los recuerdos me inducen a evocar que allí en el último piso del edificio de tres plantas que se ve al centro de la fotografía, en el recinto ubicado tras el balcón central, se escribieron mis primeras crónicas de la ciudad, muchas de ellas ampliadas y rectificadas forman parte de las entregas que hoy formulo semanalmente a este diario.
Pie de foto: Segunda calle de Ocampo en el año de 1965, obsérvese en la esquina con Hidalgo al carrito de paletas de La Regia.
www.cronistadehidalgo.com.mx Pachuca Tlahuelilpan Marzo 2015.