El Acueducto de Zempoala Patrimonio mundial
(Primera de dos partes)
El pasado 16 de julio de 2015, se vieron por fin coronados los esfuerzos del sacerdote Ángel Cerda Córcoles que iniciara en 1974 como párroco del templo de Todos los Santos en Zempoala, a fin de lograr el reconocimiento del acueducto Zempoala-Otumba, como obra del patrimonio mundial inscrita en la UNESCO –Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura– por ser la obra hidráulica de mayor reconocimiento en la historia de América. Monumento que hoy a 455 años de su conclusión ha vuelto a transportar agua. Fue el 12 de octubre de 1974, durante la ceremonia del segundo año de la fundación del Centro Hidalguense de Investigaciones Históricas A.C. –CEHINAC– que se dio a conocer a la comunidad hidalguense el inicio de las acciones para dar a conocer esa extraordinaria obra orgullo de los habitantes de Zempoala. Cerda Córcoles, habló en aquella ceremonia académica de libro del también sacerdote Octaviano Valdés dedicado por entero al estudio tanto del acueducto como de las arquerías utilizadas para salvar el trayecto y de ellas la construida en la barranca de Tepeyahualco, que es un reto a la ingeniería hidráulica de todos los tiempos. Han transcurrido 42 años de aquel certamen académico y aún me parece ver a don Ángel Cerda fumando nerviosamente antes de iniciar la ceremonia, revisando las transparencias tomadas por el mismo, que serían incluidas en su conferencia. Ya no vivió para ver el fin de sus anhelos, hace más de un lustro cerró los ojos, llevando en su mente la imagen del acueducto que le preocupó y ocupó la mitad de su vida. Poco se sabe sobre la vida de su autor, salvo que fue un fraile franciscano nacido en Tembleque población ubicada en la provincia de Toledo, que llegó a la Nueva España en 1542, junto con fray Juan de Romanones y fray Francisco de Bustamante; su primera asignación fue el convento de Otumba, población que entonces carecía de agua y atravesaba por una difícil situación. Como Zempoala estaba ya de nuevo bajo la custodia franciscana de la Casa de Texcoco y la vigilancia del monasterio de Tepeapulco, fray Francisco conocedor del arte de llevar agua desde sitios lejanos, cual sucedía en su pueblo natal y en la cabecera de Toledo, se dio a la tarea de buscar el venero más cercano al pueblo de Otumba.
Un año después, es decir en 1543, el franciscano encontró un venero de “límpidas aguas” en un recodo basáltico ubicado en las faldas del volcán apagado llamado “Tecajete”, en las cercanías de los pueblos unidos de Zempoala y Zacuala. Tras practicar una perforación Tembleque logró unir todas las vertientes del venero en una sola que depositó sus aguas en una hondonada de la cual partió el acueducto en un primer tramo de aproximadamente 8 kilómetros, después de pasar por la hacienda de Santa Inés Amiltepec, llegó a Zempoala, que fue la primera población que gozó del preciado líquido.
Es entonces que fray Francisco de Tembleque inicia gestiones a efecto de que los habitantes de Zacuala –población ubicada frente al convento de Todos Santos en Zempoala– permitieran que el agua fuera conducida hasta Otumba, en razón de lo anterior el 7 de febrero de 1553 suscriben un convenio por el cual los clérigos principales de Otumba se comprometieron a proporcionar frailes para el pasto espiritual a los habitantes de Zacuala, y los indígenas de esta población, se comprometieron a mandar agua de los manantiales próximos al cerro de Tecajete. En el documento no aparece fray Francisco de Tembleque, aunque si figuran las de fray Francisco de Bustamante, en su carácter de Comisario General de la orden franciscana en la Nueva España, fray Juan de San Francisco, Ministro Provincial de la Orden, así como fray Diego de Oloarte, fray Juan de Gaona, fray Antonio de Ciudad Rodrigo y fray Bernardino de Sahagún.
En lo sustancial el documento señala: “Nos Fray Francisco de Bustamante, Comisario General de las Indias del Mar Oceano e fray Juan de San Francisco, Maestro Provincial de este Santo Evangelio de Esta Nueva España e Fray Diego de Olarte e Fray Juan fray Juan de Gaona, fray Antonio de Ciudad Rodrigo y fray Bernardino de Sahagún, discretos de esta Provincia del Santo Evangelio, decimos que vos el pueblo de Zacuala, gobernador, alcaldes y principales de él, por el amor de Dios y por nuestra intercesión fuisteis concertados con el pueblo de Otumba, gobernador y alcaldes principales de él, de les dar la mitad de la agua que tenéis en vuestro pueblo de Zacuala para el proveimiento y bien de los naturales de dicho pueblo de Otumba y provecho del monasterio de nuestra orden que en él está fundado, en lo cual hicisteis gran bien a ellos y a dicho nuestro monasterio por nuestra intercesión como dicho es, o porque demás y esto vos el dicho pueblo de Zacuala, con mucho trabajo y por el bien de vuestras ánimas os juntáis con el pueblo de Tlaquilpan y Zempoala en el lugar en que al presente edificáis un monasterio de Todos los Santos”.
Pie de foto: Al pie del Tecajete, se encuentran los veneros de los que se llevó el agua a Otumba y a Zempoala, aquí el ducto inicial.
www.cronistadehidalgo.com.mx Pachuca Tlahuelilpan julio 2015.