Dos personajes más a la Rotonda de Hidalguenses Ilustres
El día de ayer al conmemorarse el 147 aniversario de la creación del Estado de Hidalgo, ingresaron en la “Rotonda de Hidalguenses Ilustres” dos personajes de incuestionable trascendencia, en nuestra historia regional: la zacualtipense María Vargas de Ita, impulsora de la educación preescolar en México y el músico huichapense Abundio Martínez Martínez uno de los más importantes compositores del México de finales del siglo 19 y principios del 20.
María Vargas de Ita, hija de José Merced Vargas Yáñez y María Guadalupe de Ita Ángeles, ve la luz primera el miércoles 15 de septiembre de 1915, en Zacualtipán Hidalgo, tierra donde abreva las primeras letras y sitio donde conocerá de frente la lucha que la educación mexicana enfrentara contra el fantasma de la ignorancia.
No cumplía aún los 8 años de edad cuando muy cerca de la tierra de sus mayores, se fundaba en 1923 la escuela rural de profesores de Molango, enclave serrano que entregaría a la lucha educativa de aquellos años heroicos a cientos de maestros, muchos de reconocida trayectoria.
Pero tal vez la experiencia de mayor impacto, fue la celebración en su propia tierra nativa, de la Primera Misión Cultural, realizada en el mismo 1923 a instancia de José Vasconcelos y dirigida en Zacualtipán por el ingeniero Jorge Medellín y secundada por hombres de la altura de don José Ibarra Olivares, coterráneo suyo y tal vez el más importante impulsor de aquellas jornadas, que llevaron por primera vez la labor educativa a las villas y rancherías más apartadas de la Sierra Hidalguense.
Tras estudiar las primeras letras en su solar nativo y más tarde la carrera magisterial en la Escuela Normal de Actopan –origen de la que sería la Normal Rural del Mexe– concluye su formación como maestra cuando apenas contaba con escasos 17 años de edad.
Dice Abraham Pérez López uno de sus biógrafos, que la maestra Vargas de Ita inició su labor en la comunidad de Tuzanapa, Municipio de Metztitlán, Hidalgo, a la que siguió una intensa actividad en varios puntos del país entre los que se cuenta a los estados de Nayarit, San Luis Potosí y Morelos, en los que fundó cerca de 480 jardínes de niños, base de lo que sería la llamada educación preescolar, que es hoy pilar de la acción educativa de México por ser el periodo de mayor aprendizaje del ser humano.
Entre 1951-1953 cumplió con una comisión de la UNESCO como inspectora federal, en el “Ensayo Piloto Mexicano de Educación Básica”, que tuvo como sede la región de Santiago Ixcuintla Nayarit, del cual se desprendería el programa nacional de este nivel educativo del que ha sido considerada pionera.
Después de recibir diversas condecoraciones por sus aportaciones a la acción educativa de México, de manos de los Presidentes: Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, Gustavo Díaz Ordaz y José López Portillo, regresó a Zacualtipán su tierra natal, conformando el Grupo de Mujeres en Defensa de sus Derechos y peleó desde distintas trincheras por el reconocimiento del derecho al voto de las mujeres. Murió ahí mismo el 3 de diciembre de 2005.
Por lo que se refiere al compositor Abundio Martínez, su mayor biógrafo, Luis Rublúo Islas –lector también de sus méritos en la ceremonia de entronización– sabemos que nació en Huichapan el 8 de febrero de 1864, sitio en el que creció ayudando a su padre en la carpintería de su propiedad y como músico en la banda que dirigía su progenitor.
Era apenas un adolescente cuando fue contratado para dirigir una banda en Polotitlán; en la biografía que de él realizó Abraham Pérez López se lee que radicó por algún tiempo en la Ciudad de Pachuca donde integró una orquesta de señoritas. En esta etapa empezó a componer algunas melodías con las que marchó a la Ciudad de México, donde ya era conocido en el medio y en distintas ocasiones “músicos afamados, ceden la batuta al Maestro Martínez”. Ahí recibió la ayuda de Miguel Ríos Toledano, Director de la Banda de Zapadores, la que interpretó y popularizó muchas de sus composiciones y lo llevó a la Casa Nagel, que comenzó a editar su música. Gracias a su bien ganada fama a fines del siglo 19, integra su propia orquesta y da clases de piano a un grupo de señoritas, entre las que destacan las hermanas Loza.
Abundio Martínez fue autor de poco más de 200 piezas musicales que se popularizaron en México y el extranjero, donde las bandas de todo el mundo las interpretaban. Sorprendía su facilidad para tocar todos los instrumentos que componen una banda musical. A principios de nuestro siglo 20, conoció al poeta español don Julio Sesto, que tanto influiría en él y sería autor de la letra de varias de sus composiciones, y a su muerte, acaecida el 27 de abril de 1914, el poeta fue su primer biógrafo.
Murió en la más completa miseria en la Ciudad de México, de allí que sus restos fueran inhumados en la fosa común del Panteón Jardín de la Ciudad de México, su legado fue extraordinario, el vals “Arpa de Oro”, que dedicó al General Porfirio Díaz; “En Alta Mar”, vals que fue de texto en los barcos de Alemania, dedicado a doña Carmen Romero Rubio de Díaz; los valses “Onda Cristalina”, “Muchachas y Flores”, “Noche Apacible” y “Consuelo”; así como la marcha “Congreso Panamericano”, el chotis “Para los Ángeles”, el paso doble “Torero Hidalguense”, en honor al diestro hidalguense Vicente Segura y, en lugar privilegiado, el famoso paso doble flamenco de estilo andaluz “Hidalguense”, considerado como el Himno al Estado de Hidalgo.
Se suman los valses “A la gloria”, “Beso y peso”, “Delirio de amor”, “En el espacio”, “Ensueños de oro”, “Liras hermanas”, “Noche apacible” y “Poesía”. El paso doble “Un día de campo”. Las danzas “En tu tumba”, “Tú eres un ángel” y “Verte y amarte”; y otras creaciones como “Junto al destino”, “El siglo XX”, “Cuca”, “La paz de México”, “Los chamacos”, “Himno a Guillermo Prieto” e “Himno a Juárez”, y otras muchas más.
Tales fueron entre otros los méritos que derivaron en la entronización de estos dos destacados hidalguenses.
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Pachuca Tlahuelilpan, enero de 2016.