Huichapan, Cuna en la celebración del grito de Independencia
El pasado viernes 16 de septiembre, se cumplieron 104 años de la primera celebración oficial de la heroica arenga por la cual inició el movimiento revolucionario, que nos dio la independencia de España 11 años y 11 días después, el 27 de septiembre de 1821, hecho que los hidalguenses recordamos con gran orgullo.
Todo empezó la mañana del 13 de septiembre de 1812, en la población de Huichapan, fue aquella una madrugada como casi todas las del noveno mes del año, enmarcada por un cielo totalmente cerrado y una pertinaz y menuda lluvia que “mojaba hasta los huesos”. A pesar de ello y no obstante la temprana hora, por las empedradas calles de la población se observaba gran movimiento, contingentes a caballo y otros a pie deambulaban en busca de lugares para desayunar y corrales para encargar a sus animales. Las vendedoras de tamales y atole, los chiteros y chaluperas no se daban abasto para atender aquel conglomerado inusitado. Todo este revuelo se originaba por la visita que ese día haría a Huichapan don Ignacio López Rayón, quien después de la muerte del Padre Hidalgo había sido ungido como comandante de las fuerzas insurgentes.
El grueso de las fuerzas insurgentes había hecho su llegada anticipadamente por la noche en espera del jefe supremo que llegaría procedente de Tlalpujahua, la visita, aseguran los historiadores contemporáneos de aquellos hechos, Lucas Alamán y Carlos María Bustamante, tenía por objeto, asegurarse de la obediencia de los Villagrán, Julián y su hijo Chito. La llegada de don Ignacio López Rayón a Huichapan se esperaba hacia el mediodía de aquel domingo 13 de septiembre. Un apresurado hombre correo, llegó sobre las 10 de la mañana hasta esa bella casa resaltada por sus bien talladas canteras, en cuyo pórtico encontró a don Julián, impecablemente enfundado en un traje de chinaco y tocado con sombrero de ala ancha, al que informó de cierto retardo del jefe insurgente, pues había decidido visitar la fortaleza de “Nadó” donde un grupo de insurgentes estaba parapetado.
Don Julián ordenó a un subalterno informara a la población de tal noticia, lo que se hizo de inmediato. Nadie se movió, por el contrario, durante el día llegaron mas contingentes de las muchas rancherías y haciendas cercanas, de modo que para las seis de la tarde, en que por fin hizo su arribo López Rayón, acompañado de don Andrés Quintana Roo, la muchedumbre era tal, que el propio Rayón, quedó conmovido de las muestras de adhesión a la causa que comandaba. Este hecho, fue narrado por el historiador Lucas Alamán, quien señala “concurrió a su entrada un gentío numeroso y tanto la tropa como el vecindario de aquella población benemérita, demostraron las virtudes que caracterizan a un pueblo amante hasta el extremo, de sus legítimas autoridades y altamente poseído del amor más respetuoso hacia la digna persona de S.E., quien recibió con sumo interés estas pruebas realzadas de subordinación y fidelidad” hasta aquí Alamán.
Después de verificar el acantonamiento de la tropa, Rayón se dirigió a la casa que como cuartel general tenían los Villagrán a un lado del Convento Franciscano de San Mateo, donde charlaron un buen rato, en tanto se acondicionaban las habitaciones que en el monasterio alojarían a Rayón y a Quintana Roo. Al día siguiente antes que despuntará el sol salieron Rayón y los Villagrán a inspeccionar los diversos puntos en que estaban emplazadas las tropas insurgentes de la región, regresando hasta el anochecer.
Es probable que durante esta visita, Rayón decidiera recordar la heroica proclama que dos años atrás había pronunciado el cura del pueblo de Dolores y que sirvió para iniciar el movimiento que ahora cundía por varios puntos de la Nueva España, deseo que surgió al ver el fervor de aquel pueblo hacia los paladines independentistas, de modo que el jefe insurgente optó por permanecer en Huichapan en los siguientes días, a fin de revisar la redacción e impresión de unas hojas de propaganda insurgente, que circularían entre los pobladores, pues había llevado consigo una imprenta de prensa plana, y confiaba en los buenos oficios de don Andrés Quintana Roo. Como al día siguiente se cumplirían dos años del inicio de la gesta proclamada por Hidalgo en el pueblo de Dolores, ordenó se realizara una festividad para recordar aquel hecho.
En efecto, al día siguiente ya con un sol radiante, “Rayón con su escolta y oficialidad, acompañado de Andrés Quintana Roo, asistió a la misa de gracias en la que predicó el brigadier D. Francisco Guerrero, habiendo habido (sic) iluminación, serenatas y repiques”. Apostados en el balcón de un edificio lateral al Convento que hoy llaman “El Chapitel” el comandante insurgente y don Andrés Quintana Roo, pasaron revista a la nutrida tropa, en la que se encontraban además del contingente del propio Rayón, los de los Villagrán y sus adeptos y otros muchos hombres que a partir de esa fecha se sumarían a la causa.
Con ese motivo, dice Alamán, “se publicó más adelante un manifiesto, que fue signado en el Palacio Nacional de América” de modo que momentáneamente, el Chapitel fue la sede de la nueva y libre nación a la que aspiraban los ideales de los insurgentes y el nombre de Huichapan quedaría inscrito en los anales de la historia, como el primer lugar donde se conmemoró “El Grito de Dolores”.
Después de 167 años de aquel acontecimiento, el gobernador del Estado, Jorge Rojo Lugo, recordaría por primera vez aquella fecha el 15 de septiembre de 1979. Hoy tal conmemoración es ya parte de nuestro calendario cívico regional.
Pie de foto: 16 de septiembre de 1812 recreación de la ceremonia que en Huichapan conmemoró por primera vez el Grito de Dolores. Imagen de Alejandro Rodríguez.
www.cronistadehidalgo.com.mx
Pachuca Tlahuelilpan Septiembre de 2016.