Crónicas, letreros y adagios.
Hoy, que cada día todo nos convence de que las operaciones comerciales deben realizarse mediante la figura del crédito o del débito ya que la moneda sea de metal o en forma de billete, circula cada vez menos, añoro aquellas épocas en que las cosas eran exactamente al revés, días en los que podían verse operaciones cuantiosas, liquidadas con billetes y aún con morralla (moneda fraccionaria), recuerdo por ejemplo haber visto en el mostrador de una tienda de abarrotes que se ubicaba en la esquina de las calles de Guerrero y Covarrubias, filas interminables con montoncitos de monedas de un peso, llamadas “Morelos”, de cincuenta centavos denominadas “Cuauhtémoc” y de veinte centavos, realizadas en cobre y ornamentadas al frente con las pirámides de Teotihuacán y con esa impresionante cantidad de monedas, se pagó una operación comercial de media monta.
Los bancos, dos había en la ciudad, el de Comercio en la Plaza Independencia y el Nacional de México en la esquina de Hidalgo y Leandro Valle, recibían muy temprano a todos los comerciantes de la ciudad, que depositaban el producto de la venta del día anterior, llevado hasta las cajas a través de bolsas repletas de monedas y billetes arreglados en fajos, todo aquel dinero era contado meticulosamente por las cajeras y luego depositado en la bóveda de la institución crediticia.
Había desde luego algunos cheques, los menos, ya que los comerciantes buscaban siempre la manera de rechazarlos a menos que se tratara de giradores bien conocidos, a quienes se llamaba antes de aceptar el documento mercantil, a fin de verificar telefónicamente su validez, ya que no había otra manera, salvo que se depositaran en la misma institución en la que se hacia la transacción.
Pero lo que más recordarán los integrantes de mi generación, son las ocurrentes placas que contenían curiosos letreros, las que se colocaban lo mismo en los más grandes comercios, que en los changarritos diseminados por todos los barrios de la ciudad, les recuerdo, colgadas en el lugar de mayor visibilidad, atrás o al frente de las cajas registradoras, o bien al centro de los anaqueles, en las que se decía aquello de:
Hoy no se fía
Mañana sí.
Otros más jocosos expresaban en perfecta rima:
El que presta y fía
Se crea enemigos.
No fío ni presto para
Seguir siendo amigos.
Había también los que aludían a condiciones contable-administrativas y hasta de carácter religioso, que auto prohibían vender a crédito o hacer compras de esperanza, que establecían:
Por ser corto el capital
Y el cobrar ser un infierno,
No se fía en este local
Ni al Hijo del Padre Eterno.
No faltaban desde luego los que hacían alusión a los riesgos legales que podrían generarse de no cubrir en tiempo deudas y otras obligaciones.
No quiero líos ni abogado,
así me siento feliz.
Págame de contado
Y no habrá ningún desliz.
También aquello de:
Las cuentas claras
Y el chocolate espeso.
Que significaba el hecho de mezclar la amistad con los negocios, pues se podía correr el riesgo de perder amistad y dinero, si no había transparencia en el manejo de deudas.
El no fiar me causa pena
Y el fiar, pena y pesar,
Para no tener dos penas,
Lo mejor será no fiar.
O bien aquello de:
Ni fío, ni doy, ni presto;
Porque si fío, pierdo lo que es mío,
Y si doy, pierdo la ganancia de hoy,
y si presto, al pagar me hacen mal gesto.
Para evitarme todo esto,
ni fío, ni doy, ni presto.
Como es tan duro pagar
Y tan penoso cobrar
he resuelto no fiar.
Si fío pierdo lo mío.
Si doy a la ruina voy.
Si presto al cobrar molesto.
Para evitar todo esto,
ni fío ni doy ni presto.
Los había también sin rima, pero de muy clara y graciosa redacción:
Se fía solo a personas,
mayores de 90 años,
acompañadas de su abuelito.
El que fía no está,
salió a partirle la cara
a uno que le debía.
Que contrastes con nuestra época, esta, en la que al llegar a cualquiera de las más afamadas tiendas, nos asalta un individuo para enjaretarnos una tarjeta de crédito expedida por la misma tienda, sin requisitos de solvencia alguna y nos enamora diciendo: compre con ella y páguenos sin intereses hasta en 12 meses. Lo que no dice es cuales son los intereses que aplicarán al que no paga a tiempo.
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Pachuca Tlahuelilpan octubre de 2015