Fernando Chong García. In memoriam

Salvó tantas vidas, que la suya deberá preservarse, como reconocimiento a su extraordinaria labor como neurocirujano. El pasado 31 de julio, el estado de Hidalgo perdió a uno de sus más insignes hijos, el doctor Fernando Javier Chong García, nacido en esta ciudad el 11 de agosto de 1926, ya no pudo festejar su próximo cumpleaños con 89 velitas, pero con toda seguridad serán muchos, muchísimos, los que tengan de él gratos recuerdos y permanentes vitos de agradecimiento a su memoria.

Tenía “manos mágicas”, decía doña Guadalupe Gómez, esposa de Manuel Lubian Torres –el último manejador de los carromatos llamados cotorras que conservó la Compañía de Real del Monte y Pachuca, hasta por ahí de los años ochenta– quien en un accidente sufrió una grave fractura de cráneo, que le tuvo al borde de la muerte, inclusive fue desahuciado pero milagrosamente revivido, tras una larga operación de cerca de ocho horas, practicada por el doctor Chong, después de la cual se recuperó por completo a grado tal, que pudo acordarse de cientos de pasajes y anécdotas que me narraría años después, las que han servido de base a muchas entregas dominicales aparecidas en este diario.

En mi paso por la rectoría de la Universidad Autónoma de Hidalgo, le traté con frecuencia, pues independientemente de su labor como docente de la Escuela de Medicina, promovió diversos actos académicos, tales como conferencias, mesas redondas, incluida la visita a las antiguas instalaciones de la Escuela de Medicina –ubicadas al sur del Jardín Pasteur– de su Maestro, el doctor Manuel Velazco Suárez, en compañía de quien sembramos a mediados de 1989 el árbol de la paz.

Con motivo de aquella celebración, sostuvimos una larga sobremesa, en la que Chong García, recordó sus días de estudiante en la Escuela Hijas de Allende, dirigida por la inolvidable Manuelita Vargas, evocó con vehemencia su paso por el Instituto Científico Literario y sus estudios como integrante de la segunda generación de médicos que iniciaron aquí los dos primeros años de su carrera y la terminaron en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Al concluir su internado, ingresó al Instituto Nacional de Neurología, a fin de preparar su tesis al lado del doctor Manuel Velasco Suárez, que concluida en 1956 bajo el título de "Malformaciones del Neuro-eje, Mielo-hidro encéfalo Displacías", le abrió las puertas en el difícil mundo de la medicina neurológica. A sus 75 años en aquel año, el doctor Manuel Velazco Suárez, comentó su reconocimiento al gran esfuerzo que don Fernando Chong empleó para terminar su carrera, su actitud decía, era entonces motivo de todo encomio, pues fue capaz de dejarlo todo, para realizar su tesis profesional, digna del mejor neurocirujano del mundo. Fue mi alumno más aventajado y en muchos casos, me superó, agregó sonriente, con la satisfacción de tener a su lado a quien en ese entonces era ya ampliamente reconocido en México. En aquella animada tertulia se platicó de la fundación del Instituto Nacional de Neurología a principios de 1964, creado precisamente a instancias del médico chiapaneco Manuel Velazco Suárez, en el que el doctor Chong, fue designado como su primer director del área de residencia, se recordó también su paso por instituciones como la Cruz Roja del Distrito Federal y de Pachuca, así como otras muy distintas responsabilidades que siempre desempeñó con gran esmero.

Mas don Fernando Chong García, jamás se alejó de su Pachuca, la tierra de sus mayores y también la de sus menores –hoy su hijo el también médico Francisco Chong Barreiro, Director del Hospital General de Pachuca, es un verdadero paradigma de entrega a su profesión– . Un telefonema suyo por ahí de 1997, fue para mí uno de los mayores reconocimientos que he recibido, “leí su artículo del Sol de Hidalgo”, me dijo, se refería a una recreación de la ciudad y en particular a la mención del Café el Asia, propiedad de sus mayores, tengo por ahí agregó, una fotografía de los interiores que le voy a enviar y cerró la conversación con un cumplido a mi trabajo, la que conservo y conservaré siempre entre mis mejores recuerdos.

Y fue Pachuca el sitio donde por mayor tiempo ejerció su carrera, quien no recuerda, aquellas interminables filas alrededor de su consultorio en la calle de Veta Arras 601, en la Colonia Real de Minas, desfile por el que lo mismo podía encontrarse al humilde minero, que al encumbrado empresario, a la afligida madre que llevaba a su hijo en brazos o al anciano que con paso lento llegaba en busca del deseado alivio a sus males. No está por demás señalar que a muchos pacientes de escasos recursos, les fue condonada la consulta y en muchas ocasiones les fue regalada inclusive la medicina que requerían.

Sonriente siempre, con gesto de bonhomía y andar lento, saludaba afablemente con voz que parecía susurro a todos sus pacientes, a quienes recordaba a pesar del amplio número. Cuantas veces entró al quirófano a revivir a quien otros habían condenado a muerte, el doctor milagros le llamaron aquellos que depositaron en sus diestras manos la salud y en muchísimos casos la vida de miles de pacientes.

Sin temor a equivocaciones de ninguna especie, puede afirmarse que Fernando Javier Chong García, fue uno de los médicos de mayor reconocimiento en el terreno de neurología a nivel nacional y mundial y fue y será uno de los mayores orgullos del estado de Hidalgo, entidad que debe mucho a este eminente médico que salvó tantas vidas, que la suya deberá preservarse y de eso deberemos encargarnos nosotros.

www.cronistadehidalgo.com.mx Pachuca Tlahuelilpan agosto de 2015

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